Ayer me escape, mis pies dejaron el suelo, nada me ataba ya a esta tierra, nadie me dijo que me quedara, que no me fuese. Me fui, me fui a millones de años luz de aquí, tan rápido como pude, acompañado por las sombras. Viajamos entre lunas y estrellas a velocidades inimaginables.
Llegamos a un planeta donde reinaba el blanco y el negro, no había mas colores, solo el blanco y el negro. Subimos al pico mas alto, observamos el horizonte durante un tiempo, vi lo hermoso que era todo, el contraste entre blanco y negro daba mucha mas profundidad de la que me esperaba.
Mientras observábamos el paisaje, comenzó a llover, no nos importo, fue muy bonito ver las gotas de color negro caer desde el cielo y teñirlo todo de oscuridad.
Escuché el sonido de un trueno, un trueno que de alguna forma lleno algo dentro de mí, algo que me hizo gritar, grite, grite tan alto y tan fuerte, que dejo de llover, el cielo quedo al descubierto y los rayos del sol blanco lo inundaron todo.
A lo lejos vi algo moverse, las sombras y yo fuimos a ver que era, creíamos estar solos, nos comía la curiosidad por saber quien escucho mi grito. Bajamos del pico mas alto y atravesamos el espeso bosque.
Al llegar al otro lado del bosque, vi una silueta, me resulto familiar, no estaba seguro pero creí haber lo visto antes. La silueta estaba llena de calor. Era oscura, cuanto más la miraba, mas me daba la sensación que le faltaba algo.
Las sombras que me acompañaban desaparecieron de repente, y la figura que tenia delante se volvió hacia mí, me quede mirando, ella me miraba, los dos nos quedamos observándonos un tiempo, no nos movimos, no nos dijimos nada, simplemente nos miramos fijamente.
De repente me di cuenta, la figura que tenia delante estaba llorando, le dolía algo, le faltaba algo, nada físico, pero no por ello menos doloroso. Me acerque, cuanto más me acercaba, mas se alejaba. Empecé a correr hacia ella, corrí y corrí pero no pude alcanzarla, quería curar su dolor, aliviar su pena, pero no fui capaz de alcanzarla, se escapo, la perdí de vista, simplemente desapareció.
Al ver que no la podía alcanzar, deje de correr, estaba fatigado, no podía mas, mis pulmones ardían y las piernas me temblaban. Tras descansar unos minutos y recuperar el aliento, decidí volver a buscar a las sombras, al darme la vuelta, vi a la figura, estaba delante de mí, y en ese mismo instante, me di cuenta, la figura que tenia delante, era mi propio reflejo.